Una historia de Astrología Predictiva

Acababa de mudarme de consultorio y había traído solo una butaca donde yo estaba sentado. Esparcidos por las dos salas había cientos de libros, carpetas y papeles de todo tipo.
Fernando (no es el nombre verdadero) golpeó la puerta, y cuando abrí, me encontré con un hombre corpulento y con cara de pocos amigos. Me preguntó si yo era Miguel Ángel y luego que respondí que sí y le pregunté qué necesitaba, me dijo:

Mira, yo vine porque me lo pidió mi hermana, vos le hiciste la carta astral hace unos meses. Yo no tengo idea de cómo me puede ayudar un astrólogo. Perdóname la sinceridad.”
Le di a entender que la única forma en que podríamos saber si podía ayudarlo era si me contaba de qué se trataba. Entonces me contó…
Había estado 4 días detenido en un despacho policial, lo habían llevado de su casa como si fuera un delincuente y ahora si no podía demostrar su inocencia le darían 5 años de cárcel. O sea, estaba desesperado, por eso había aceptado incluso ir a un astrológo. El problema surgió cuando en la DGI descubrieron que en sus declaraciones de pago de impuestos constaba un importe y en las copias del banco constaba otro importe mucho menor.
Entonces le pregunté qué es lo que exactamente necesitaba.


Entonces le pregunté qué es lo que exactamente él necesitaba.
“Quiero saber si voy a solucionar el problema, si voy a ir a la cárcel, si me van a violar, que querés que te diga”.
“Ok, (le dije) si eso es lo que querés saber yo puedo ayudarte”.
“¿Cómo?”
Le expliqué que tenía que hacer la Carta Natal y la Carta Anual, que me llevaría dos o tres horas, y si estaba dispuesto me diera los datos y volviera en ese tiempo.
Me dio los datos y se quedó en el estudio porque no podía controlar los nervios. También me dijo que él no había hecho eso de lo que lo acusaban, habría sido el contador, o la secretaria, o quien sabe quién. Después de dar un montón de vueltas por el estudio, tomo un cajón de madera y se sentó.
Como a las tres horas estaba en condiciones de contestarle las tres preguntas que me había hecho y otras más.
Le dije que como primera medida ni en ese año ni en ningún otro iría a la cárcel, ni, por supuesto, sería violado por otros presos. En segundo lugar le dije que solucionaría el problema, pero le costaría mucho dinero. Me dijo:
“Mientras no vaya a la cárcel, el dinero lo consigo”.
Le expliqué lo que había sucedido astrológicamente: la estafa por Neptuno en Casa II Anual, la detención por la presencia de Marte, regente de X en XII. Pero que no había cárcel, porque en su Carta Natal no figuraba. Y si era así, lo único que podía pasar era que estuviera aislado un par de días. Y la solución del problema estaba por un trígono de Júpiter (ayuda divina) a ese mismo Neptuno. Le aclaré que ese Júpiter iba a hacer justicia, así que necesitaba que me dijera si él realmente no había hecho el desfalco. Y me volvió a decir que era una víctima, y no había hecho absolutamente nada mal.
Le cobré solo una consulta, porque él insistió en pagarme. Y se nota que me creyó, pues se fue a revolver otra vez sus papeles, a interrogar al contador y dar vueltas en Mendoza para encontrar esa solución.
Antes de los dos meses volvió.
—Te tenía que contar personalmente lo que pasó —me dijo.
Me explicó que esa semana habían descubierto que uno de los empleados del banco Nación (donde se pagaba el IVA) había hecho, en complicidad con otros compañeros, un desfalco millonario, encauzando el dinero del IVA para su propio bolsillo. Tres de los empleados estaban presos y el otro se había suicidado de un tiro en la cabeza. La práctica era recibir el pago, sellar solo el que devolvía al depositante, antes de cerrar hacia otro boleto con un importe mucho menor, por ejemplo, si el pago era de 1120, él hacia un pago de 20, y el resto se lo guardaba, esto lo hacía con muchos depositantes.
Pero a pesar de esto, él no fue exonerado, porque el dinero que él tenía que pagarle al fisco no había ingresado. Solo cambiaron la carátula de fraude por una de incumplimiento, y no podía recibir pena de cárcel. Pero tenía que pagar 77 mil dólares, dinero que teóricamente debía a la DGI, sin intereses.
Fernando pagó una parte a la DGI, el resto lo financió en cinco años con la condición de que si no pagaba alguna de las cuotas debía pagar todo junto. Y, por supuesto, no fue a la cárcel.

Miguel Ángel Aranjuez
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